Nuestros sentidos son las herramientas que nos permiten conocer nuestro entorno, con lo que resultan básicos para progresar en nuestras vidas, ya que son capaces de protegernos ante cualquier amenaza y también de exponernos benignamente ante las maravillas de la naturaleza. Entre ambas funcionalidades nos encontramos ante un amplio espectro funcional en el que se encuadran nuestras actividades cotidianas, realizadas en nuestros ambientes cotidianos en los que invertimos la mayor parte de nuestro tiempo para llevarlas a cabo. Esto quiere decir que según donde vivamos y trabajemos y también según nuestras ocupaciones tenderemos a usar nuestros sentidos de forma dispar. Así, se observan diferencias palpables entre utilizarlos en ambientes urbanos y en ambientes más naturales (parques, jardines, bosques, playas…):
– Ambientes urbanos: En estos ambientes de produce un cierre o entorpecimiento para amortiguar sensación de incomodidad (contaminación atmosférica y acústica, masificación demográfica) ante la sobrecarga de estímulos.
• Dejamos de estar atentos a sensaciones corporales (insensibilización).
• Sentidos actúan con función protectora asociados con el sistema simpático (estímulos externos suponen señales de peligro).
– Ambientes naturales: En estos ambientes los sentidos se estimulan sin sobrecargarlos (puesta de sol, canto de aves…).
• Despiertan los sentidos.
• Sentidos actúan con función restaurativa y/o placentera asociados con sistema parasimpático (estímulos externos reordenan nuestro estado natural).
Los baños de bosque tratan de potenciar el uso de los sentidos en ambientes naturales, incluyendo así mismo ambientes naturalizados insertados dentro de las ciudades (parques y jardines).
Así mismo, diferenciamos dos niveles que trabajan en continua colaboración conjugando la estimulación sensorial:
– Sentidos «exteriores«. Se circunscriben a un ámbito más superficial posibilitando el «acceso» a ámbitos más profundos (asombro). Son los que nos permiten interpretar y/o percibir el exterior para que podamos seguir desarrollando nuestras vidas («fuera a dentro»). En este nivel se incluyen sentidos como el tacto, audición, visión, gusto y olfato además de otro sentido más «amplio», que nos permite asimilar las conductas y habilidades de nuestros predecesores y congéneres (especular).
– Sentidos «interiores«. Son aquellos que intervienen a un nivel más intracorporal, permitiéndonos experimentar y/o liberar sensaciones corporales que nos sitúen en el entorno («dentro a fuera»). Son los que nos permiten sentir la posición relativa de las partes del cuerpo -equilibrio- y de su movimiento en el espacio. También la presión sanguínea, PH, concentración de O² y CO², temperatura corporal, dolor, hambre, sed…son percibidos por estos sentidos a través de sus PROPIOS receptores. La intuición también podría encuadrarse en el ámbito más propio o interior de cada uno de nosotros.